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Mostrando las entradas de julio, 2009

Uno de los cuentos de mil y una noche

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El sultán me mira a mí ¿qué debo tener? Él me invita a mí ¡que afortunada debo ser! El sultán dice que soy diosa de la belleza que una llama encendida es mi cabeza que soy la preferida, la única, ¿la querida? Y que le encanta ver en mis ojos esta mezcla de tristeza. Que soy la bandera de sus victorias y la montaña santa de sus glorias que soy un diamante valioso pero valgo más cuando lato en su bolsillo que soy la más dulce pero en su boca y eso a mi prudencia femenina la volvió loca. Escapé a espiar en la historia, y en el harem navegaba, para robar la corona de anticuada esclava. Es que siempre me gustaba montar mis locuras hacia el recuerdo cruzar las distancias de un pensamiento mojado formar un pasado que nunca hubo, para mi memoria techar mis modernos deseos con carpa de falsa gloria. Es que siempre me gustaba jugar con los papeles de la historia. Me pinté con mil cuentos de Sherazad y peiné mis cabellos con las noches de Sherazad y pedí permiso a la historia y neciamente entró c

cuadro

Ahí, en el borde de la esperanza, una mujer que olvidó su feminidad en los armarios de la noche pasada, un hombre, se despertó de su hombría de golpe y una cuidad que sigue desnudándose de su castidad ante cada oscuridad Ahí , estuve Yo, una bandera fiel a sus colores, un testigo que intenta vivir en los espacios extendidos entre el silencio y la palabra